Es este un libro sincero, que nace de los recuerdos de la infancia. Cuentos que narraban al autor en su casa, en las sobremesas de los calurosos veranos o al anochecer para encontrarse con el sueño. Son recreaciones de los cuentos populares sin añadir moralejas, al contrario de lo que han hecho muchos con las recolecciones de estos textos. Son también un rescate del tesoro que es la literatura popular. Esta edición añade las adivinanzas en boca del supuesto narrador de los textos que es Diego Pun, el  narrador popular que hace de alter ego narrativo del autor. Las ilustraciones de Luis San Vicente, que otra vez pone imagen a los textos de Ernesto Rguez. Abad, actualiza lo popular, hace que lo leamos como una propuesta viva.

Añadimos a este breve comentario la palabras del catedrático de la UCLM y director del CEPLI, Pedro Cerrillo:

«Que nadie dude de la inteligencia lectora y emocional de los niños cuando se enfrentan a la lectura de estos cuentos que los han conmovido y emocionado durante cientos de años, sin que, por ello, se les hayan despertado actitudes sexistas o discriminatorias. Los cuentos populares son la expresión de la propia humanidad, de su vitalidad, de sus problemas y de sus preocupaciones. Y la buena literatura es buena literatura aquí y en la Cochinchina, y siempre ha sobrevivido a persecuciones, prohibiciones y exclusiones. ¡Qué paradoja! ¡Discriminar para que no haya discriminación! ¡Sería bueno dejar en paz a Caperucita!»

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