Papeles, pactos, paciencia…

Me siento, me levanto, practico zapeo… Me canso de ver diferentes versiones de un mismo juego político y social. Los mismos personajes comentan en distintas televisiones y tertulias las acciones de otros tantos personajes que, como si fueran héroes de míticos reinos, juegan a arrebatarse el poder. De fondo queda el ser humano, el que sufrirá las decisiones tomadas, las insidias, la corrupción de un sistema de vida.

“Papeles de Panamá”, “Caso Gurtel”, “Papeles de Bárcenas”… y tantos otros casos de corrupción, de maldad, de injusticia. Todo lo vemos televisado, como si se tratase de serial malo, de una película de serie B. ¿Acaso por eso no reaccionamos? ¿Acaso creemos que son seres de ficción? 

Y cada día aparece otra aberración más. Y cada día parece que el nuevo caso no va a superar al anterior.

Vuelvo a la pantalla. Me aburro. Zapeo. No encuentro más que vacíos contenidos y más reportajes de corrupción. Es quizá la palabra que define estos tiempos. La religión de nuestra época es la de tratar de ser sagaces y sombríos traficantes de dinero. Piratas de nuestros tiempos que encierran sus botines en los míticos paraísos de antaño, como los héroes de la piratería de las novelas de nuestra adolescencia. Sitios donde se podía traficar con impunidad. Panamá sirvió de refugio a algunos bucaneros del pasado, ahora vuelve a servir de escondite y paraíso.

Y nuestros mandatarios y aspirantes a serlo enredados en una espiral de intereses. Ajenos a los padecimientos, a las preocupaciones de los ciudadanos.

A veces, entre los papeles y vaivenes políticos nos enteremos de que los refugiados andan perdidos por Europa, que los persiguen con gases, que otra mujer murió asesinada, que un niño se quedó sin casa, que las escuelas no tienen presupuesto para crecer, que…

¡Qué más da! Esas noticias no son tan interesantes, nos entristecen. No son grandes señoras y señores famosos los protagonistas, nos son celebridades. Estos otros no tienen nombre, solo  son un número. No interesan a nadie.

Encenderé otra vez la tele. Viajaré por varios canales, el logro de nuestros tiempos. Me aburriré.

Leeré un libro. Quizá con la esperanza moribunda.

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