LA BRISA DE LA BAHÍA (182). “El Lago de los Cisnes”, de Ernesto R. Abad y Gabriel Pacheco
«…cuando dos sensibilidades como las de estos autores se unen, se produce la magia de la lectura».
Cuando las palabras se desvanecen intencionadamente en la ilustración meditada y detenida, surge, entonces, “El lago de los cisnes”, libro escrito a cuatro manos donde la belleza que nos propone el resultado final, que nos deja siempre pensando y elucubrando, desprende un aroma que, al quedar suspendido en el aire, nos es difícil de interpretar.
Por un lado, las delicadas palabras sabiamente escogidas y equilibradas, algo así como la superación del breve y sustancioso relato; por otro, unos dibujos estilizados dispuestos a cubrir la ensoñación y a despertar la imaginación del lector. Todo ello ofrece “El lago de los cisnes”. Ernesto Rodríguez Abad, escritor y contador de cuentos, conoce el perfecto valor y sabor de cada expresión que emplea, y sabe por qué elige unas y no otras; por eso ha escogido en este relato unas cuantas que pone al servicio del tranquilo y crítico leyente. Gabriel Pacheco, por su parte, con sus ilustraciones evanescentes, ligeras y delicadas, parece que sus propuestas anidan junto a los términos escogidos. El cuento se lee enseguida, eso es cierto; sin embargo, su recurrente lectura y visión hace que crezca cada vez que le dedicamos el tiempo preciso y tranquilo en el que poder suspirar, respirar y elevar la mirada. Entonces viene a suceder que la imaginación ha encontrado el refugio perfecto: las palabras del escritor y los dibujos del ilustrador: ambos elementos indivisibles se ofrecen: cada palabra, cada oración, cada verso se mezcla con el dibujo, altamente insinuante e inspirador, que representa una manera de ver y vivir: la simbiosis ha nacido.
Por eso creemos que, cuando dos sensibilidades como las de estos autores se unen, se produce la magia de la lectura, que cada vez es distinta y crece en nuestra imaginación, más acostumbrada a la sugeridora palabra. Sin embargo, estamos aprendiendo, además, que la ilustración es un mundo aparte, diferente, con personalidad contrastada y que, sobre todo, desprende un valor que, sinceramente, desconocíamos. Y en esa labor vamos descubriendo que el conjunto todo es de una agradable hermosura que no solo sobrepasa las páginas del magnífico libro impreso, que la extraordinaria editorial Diego Pun Ediciones ha cuidado hasta el último detalle, sino que se instala en nuestra memoria y, como lectores empedernidos que somos, aviva la admiración por el libro que no dejamos de ojear y hojear: buscamos ansiosamente lo que realmente quiere expresar y la ilustración decir. Y en esa lucha, agradable y tranquila, por supuesto, nos encontramos.
Está bien, muy bien, que Ernesto R. Abad y Gabriel Pacheco (El lago de los cisnes, Diego Pun Ediciones, Santa Cruz de Tenerife, 2022) hayan establecido una alianza fuerte y eficaz: ambos representan un mundo cohesionado en perfecta armonía donde tanto la palabra como la ilustración se funden en una nueva realidad, capaz de soportar y superar el punto de vista más inmediato y cercano.
Y conseguir eso es poder atrapar las voces de unos artistas que han venido a este mundo para regalarnos lo mejor de él. Ahí es nada.
No se lo pierdan, por favor.
Juan FERRERA GIL