Todo sigue igual
Todo sigue igual, simplemente nada cambia bajo el sol. Hay actitudes, maneras y vicios que se perpetúan insistentes, maliciosos, egoístas… Más también existen cosas buenas que no cambian y se repiten eternamente como la amistad, el amor, los atardeceres, los poemas leídos a la sombra de un árbol, la ola que esparce la espuma sobre las rocas de lava negra, las acaloradas discusiones sobre la vida, sobre el ser humano, sobre política…
Sí, quise decir la política, pues pienso que la política es hermosa. ¿Cómo vivir sin ella? ¿Cómo organizarnos sin ella? Lo que muchas veces es decepcionante es el político.
Las personas que deciden dedicarse a ese noble quehacer deben prepararse, deben tener una profundidad cultural y moral indiscutibles y deben adquirir un compromiso inquebrantable con el ciudadano que les ha elegido. Un político nunca debe estar al
servicio de los intereses financieros, empresariales o de su propio partido. Un político siempre debe estar escuchando a la gente. Los problemas no pueden tratarse como una manera de conseguir más votos o popularidad, sino como un camino hacia la solución. Hace poco escribí un libro para niños titulado El que que bordaba estrellas en el que hablaba de un monarca incomprendido porque sólo pensaba en la felicidad de sus súbditos. A todos los lectores les extraña la figura de un rey altruista, solidario, consciente de las necesidades del pueblo. Un rey perfecto no existe me dicen los niños. En los cuentos, sí. Estamos demasiado acostumbrados a mandatarios que piensan más en intereses económicos que en la gente. Y es muy sencillo gobernar si el mandatario tuviese metas ideales, utópicas incluso, si no es así ¿en qué se convierte? Es fundamental que escuche la voz del pueblo que pide, exige, aclama. La participación del pueblo no radica en un mero voto, en una llamada puntual a las urnas.
La opinión de los ciudadanos es imprescindible en una sociedad democrática.
Estos días se me tornan negros, pues mi rey que borda estrellas no puede borrar las máquinas de prospección del mar de Canarias. Otros reyes que sólo piensan en el rédito económico hacen prevalecer sus leyes frente a su altruismo. Mi rey hubiese antepuesto la belleza de la naturaleza, hubiese escuchado la voz de los súbditos, el sentir de los isleños que claman por otras formas de vivir. Mi rey hubiese buscado nuevas formas de energía. Estamos en el siglo XXI y seguimos explotando el mundo con métodos esfasados. Los ministerios pertinentes no nos plantean ideas renovadas, adecuadas a nuestra época y actúan sin escrúpulos, sin misericordia. No tienen en cuenta que los glaciares desfallecen, que hay especies en extinción, que el cambio climático es una realidad imparable. Gobiernos cómodos que sólo buscan el dinero fácil y rápido, no se asesoran para encontrar nuevas formas de energía, nuevas maneras de afrontar la vida, nuevos estilos de gobernar sin desoír al pueblo.
No señores, mandar no es dictar leyes y hacer cumplir sus deseos a la fuerza. Es buscar formas alternativas a la manera de vivir, es cuidar en mundo, es hacer la vida grata.
No señores, mandar no es firmar documentos en un despacho. Es pisar la calle, esescuchar, es regalar belleza, calma, paz…
Señores, la democracia es dialogar y escuchar.
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