Con un pie descalzo
Llegó a mi vida cuando leí Los niños tontos allá en mi adolescencia solitaria. Fue una de esas lecturas que cambian tu mente, que te revuelven los sentimientos, que te deslumbran literariamente al descubrir una estética sorprendente cercana al vértigo y la ternura. A partir de entonces se convirtió en una autora a la iba constantemente, Pequeño teatro, Aranmanoth, El polizón de Ulises, El olvidado rey Gudú, Paraíso inhabitado y tantos otros. Frecuenté sus textos y reflexione sobre ellos, los leí con fruición, creyendo en ellos, sacando, a través de sus escogidas palabras, la esencia de su literatura.
Luego la conocí. La invité a visitar la universidad de La Laguna para participar en unas jornadas de animación a la lectura, más tarde a los cursos de la universidad de verano y, como colofón, a inaugurar el Festival Internacional del cuento de Los Silos.
Fueron sus intervenciones mágicas, llenas de fantasía, de sabiduría y de sensibilidad sin miedos.
Y mientras hablábamos de Cumbres borrascosas, de Hansel y Gretel y de tantos héroes de su infancia y adolescencia subíamos por la carretera de la Esperanza hacia el Teide. Yo, como buen tinerfeño, quería mostrarle nuestro glorioso volcán. Pero fue ella quien me lo mostró a mi. Ella vio los elfos y los duendes que se escondían en los musgos del bosque, las hadas que se enroscaban en las rocas de lava, las flores mágicas. Hablamos de historias inéditas, construimos argumentos sobre el mar de nubes. Y en el llano Ucanca escenificó una magnífica epopeya de reyes y rebeliones, de amores y guerreros de tiempos olvidados.
Aquel día aprendí a ver mi isla. Comencé a no tener miedo a la fantasía del niño que habita siempre dentro de cada uno.
Hoy todos hablan de la niña de pelo blanco, de la mujer que nunca abandonó la infancia. Yo nunca la vi así. Siempre fue una mujer de profunda formación intelectual, de voracidad lectora, de avidez de vida, de risa fácil y de gran capacidad para disfrutar de cualquier sensación que la vida le ofreciera.
Hoy se fue con sólo un pie descalzo hacia otros mundos. Quizá abrió una puerta a nuevas sensaciones. Estará hablando con los niños perdidos en el bosque, con un hada despistada, con un pirata o con sus propias angustias, miedos…
Ella se fue, pero sus palabras quedaron germinando entre nosotros.
Gracias.
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