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Noticieros, mentiras y quimeras

Hoy decidí redactar las noticias del día. Pensé que solo había que tener buen olfato, como los sabuesos, y una mirada de halcón. Salí a la calle dispuesto a rastrear los sucesos, los hechos, los acontecimientos que habían marcado la jornada. También quería buscar personajes interesantes; hombres o mujeres merecedores de ocupar unos minutos en las oscuras vidas de los demás.

Era difícil mi cometido. No sabía por dónde empezar. No soy periodista. Sólo soy un curioso observador, un espejo en el que se reflejan las cosas, una esponja que se empapa de las voces que pasan a su lado. Era complicado mi empeño. Noticia era definida por la academia de la lengua como “contenido de una comunicación antes desconocida” o como “hecho divulgativo”. Era complicada mi encomienda. ¿Qué hechos son los importantes? ¿Qué es lo desconocido? ¿Qué tenemos que conocer, o desvelar? Miles de preguntas bullían en mi interior. ¡Ser original en este mundo! ¡Cosa complicada!Los primeros incidentes que consideré merecedores de encabezar mi noticiero se parecían demasiado a los que aparecen en todos los informativos. Las agencias y los encargados de recoger lo acontecido durante un día están demasiado contaminados. Los sueños huyen despavoridos en las noches. Todo es un estereotipo.

Yo quería investigar hasta lo más escondido o extraño y llegar a redactar un parte realmente extraordinario. Me aburrí escuchándome a mí mismo. Era repetitivo. Nada resultaba original, distinto, especial… ¡El mundo no podía ser tan anodino! No quise doblegarme a una realidad impuesta, no creí que todo fuese tan plano. Asesinos, especuladores, corruptos, indecentes personajillos de la alta sociedad o famosillos de actualidad volvían a ser los protagonistas de los macabros relatos que llenaban las páginas de mis apuntes emborronados de sangre, hurtos, malversaciones, raptos, violaciones de derechos… ¿Es eso todo? ¿Es lo único que hace la humanidad día tras día? Sabía que tenía que buscar más. Me senté frente al horizonte borroso del atardecer. Allí estaba mi respuesta.

La única manera era cambiar la mirada.

Nos enseñan a ver el mundo solo desde una única perspectiva. Tenemos capacidad para verlo desde otros prismas. Fue maravilloso. Me sorprendí descubriendo los otros colores y las formas variadas que tiene la vida.

Por la noche los sueños regresaron. Mis apuntes de tintas indecisas fueron tomando otras formas, matices y colores.

Buenas noches, queridos y queridas oyentes:

Hoy han pasado cosas inauditas. El atardecer ha clausurado un día llenando el cielo de colores inesperados. Allí pude reflexionar sobre mis escritos y redactar este noticiero.

Hoy una niña se ha levantado más temprano de lo habitual. Vive en un lejano país, aunque no es muy diferente de nuestra vecina. Iba por primera vez a la escuela, aunque que tiene diez años. En la pequeña habitación de bloques, en medio de la sabana, reía feliz cantando las canciones de sus antepasados. Era la primera vez que veía escribir sobre un pizarrón negro con tiza blanca.

Esta mañana los mercados, los verdaderos mercados, a los que va la gente a comprar y a hablar de los asuntos más inesperados, se han llenado de flores. Ha estallado una primavera de colores. La gente compraba ramilletes de violetas, pensamientos o gladiolos. Sonreían. La humanidad volvió a sonreír.

A la hora del mediodía un mendigo reencontró a su esposa. Un día ella salió a comprar y no regresó. Él no volvió a entrar en la casa solitaria. La esperaba en un banco del parque, recibiendo limosnas de la gente. Allí se habían conocido, allí se volvieron a reencontrar.

Esta tarde fue visto un concejal en bicicleta en un barrio sombrío y gris. Arrancaba tristeza de las fachadas y empapelaba de alegría las caras de los transeúntes.

Unos terroristas tiraron bombas llenas de confeti sobre sus enemigos. La broma surtió efecto y cuentan que se está firmando un tratado de paz mundial.

Una India, que vendía antiguas hierbas medicinales a turistas aburridos en los Andes lejanos, curó de melancolía a un millonario y compulsivo comprador.

También alguien se enamoró, una persona recibió una hermosa carta, un joven decidió estudiar filantropía y un anciano murió tranquilo.

Como todas las jornadas se cometieron algunos atropellos, se asesinó a un ciudadano anónimo, los indecentes raptaron, atracaron, cometieron violaciones…

Los corruptos llenaron bolsas de dinero y papeles comprometedores, los políticos volvieron a soñar con el poder por el poder y los economistas se encerraron en ecuaciones interminables, perdidos en los laberintos de mercados en los que no llegan las flores de la primavera. Pero de estos casos, poco atractivos para la humanidad, se ocuparán los jueces, los gobiernos, los responsables de la economía…

Nosotros, los que hemos cambiado la mirada por unos lentes de coral y nácar seguiremos informando y pescando noticias al atardecer.

Ernesto Rodriguez Abad

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